CUENTOS

                                        DESESPERADO

de José L Hernández (Cheo)

Aquel hombre se veía desesperado caminando de un lado hacia otro, asomándose sobre un muro que cerraba el espacio de lo que antes había sido una edificación, que en mi recuerdo lo tengo como un bar en pleno centro de La Habana. Es un hombre de avanzada edad y se da cuenta que no puede saltar el muro, mira alrededor y se dirige hacia unos tanques de basura al lado de la calle, se acerca y los observa por dentro. Cuantas cosas estarán pasando por su cabeza.
Pienso mientras lo observo: ¿se querrá meter dentro del tanque? Ya preocupado con la actitud de aquel hombre le pregunto: Señor, ¿Qué le pasa?
-Me duele la barriga -contesta- vivo muy lejos, no encuentro un baño.
En aquel momento me di cuenta que la curiosidad, como dice el refrán, "mató al gato", ahora estaba involucrado en el problema de aquel anciano y no podía huir sin brindarle la solidaridad, pues esta no discrimina situaciones y como conclusión hubo un final feliz encontrado en un taller de costura, luego de gestiones en tiempo breve real, pero tiempo infinito para el desespero de aquel hombre, mientras yo asumía la responsabilidad de la entrega del baño con la misma limpieza en que se encontraba.  




            El canto nocturno del Sinsonte


de José Luis Hernández Rodríguez

8 de junio de 2020


En el área donde vivo, que pudieramos decir es un barrio periférico de la ciudad de La Habana, en los patios de las casas y de los centros laborales, a los lados de las calles y en los parques, los cuales son abundantes, hay una gran población de árboles frutales y de sombra, los cuales en un gran número son frondosos y crean un ambiente propicio para que aquí exista abundancia de aves, aunque no de especies. Una de estas aves, que no es de las abundantes es el Sinsonte, que como se conoce es una de las especies emblemáticas del país por su porte elegante y su bello canto.
Tengo la suerte de que en un terreno del vecindario frente a mi casa existan tres o cuatro frondosos árboles, que son de la preferencia de los Sinsontes que con frecuencia acuden a lo más alto de éstos a entonar sus melodiosos cantos. Siempre actúan en solitario y se mueven en este entorno, alternando árboles, postes eléctricos o telefónicos y antenas de televisión. Es muy agradable oír sus cantos a distintas horas del día y no me he detenido durante esos cantos diurnos a precisar cual es la hora más frecuentada para sus cantos. En una de las etapas de deleite con el canto de una de esas aves pude observar, que ésta tenía preferencia por posarse en una antena de unos vecinos, siempre en la misma antena y en el mismo lugar. Esa antena tiene unas características muy peculiares, pues tiene una especie de pantalla reflectora que sirve como punta de flecha para el resto del boom. Es una antena extraña que posiblemente este preparada para mejorar la captación de las señales, pero lo llamativo no es la antena, sino la predilección del ave sobre este dispositivo. Yo que lo observo desde la ventana de la cocina de mi casa, situada mi posición a unos veinte metros aproximadamente, disfruto del canto y me deleito pensando que lo hace desde allí para transmitir a través de esa antena su canto al mundo y como estamos en medio de la cuarentena para protegernos de la pandemia  del coronavirus, este pajarillo le dice al mundo con su alegre canto que hay que tener esperanzas y que triunfaremos.
 Hace unos días atrás sucedió un hecho que a lo mejor es normal, pero yo no lo había notado nunca y me pareció anormal. Esto sucedió en este periodo de cuarentena y mi esposa y yo nos dimos cuenta, porque como estábamos inactivos laboralmente movimos  el horario de sueños y atados al televisor, nos acostábamos después de la una y en ese entorno de la madrugada se oía con toda claridad el canto de un pájaro que asociábamos por sus características con el canto de un Sinsonte, claro a esa hora no se puede decir que fuera tan agradable, aunque la melodía era con el tono de siempre. Lo bautizamos como el pájaro loco, y lo estuvimos oyendo varios días, sobre la misma hora y de muchas formas tratamos de explicar aquel hecho o aquella conducta, pero no llegamos a ninguna conclusión, porque no vale la pena penetrar en campos desconocidos y solo no conformarnos con la alegría de disfrutar lo bello de la naturaleza cuando el hombre protege el entorno para el disfrute de todos.


                                 TIEMPOS DE ZAFRA

de José Luís Hernández Rodríguez
Julio 2020

Dentro del cúmulo de recuerdos que tengo de mi niñez, siempre afloran en primer plano, los relacionados con las actividades de época de zafra, cuando toda la familia nos íbamos a tiempo completo para una colonia cañera, perteneciente al central azucarero llamado Mapo, en los campos de la provincia de Sancti Spíritus. Esto solo alcanzo a precisarlo dentro de la década de los años 50. Eran tiempos difíciles, en los que el trabajo escaseaba hasta para las labores tan duras como el corte de caña. Mi padre, que era un emigrado de las Islas Canarias, con bajo nivel cultural, tenía como forma de buscar el sustento de la familia la contratación como jornalero en las actividades del cultivo de la tierra y una de las variantes era en la zafra azucarera, durante el corto tiempo que duraba. Toda la familia éramos un equipo, vivíamos en condiciones infrahumanas, donde mi madre era la cocinera, mi papa el campeón del machete y mi hermano y yo, que creo que no superábamos los ocho años, tenemos una diferencia de dieciséis meses, éramos los encargados de mantener el abastecimiento de agua, llevar la cantina con el almuerzo y cooperar en el apilamiento de la caña para la viabilización del izaje al transporte de su traslado al central; lo que se realizaba en carretas tiradas por varias yuntas de bueyes.
Un suceso gracioso que nunca se nos olvida y con cuyo recuerdo mi madre se divertía muchísimo fue un día que mi hermano se quedó entretenido en el camino, como niño al fin, con algo que le llamó la atención y se demoraba ya demasiado en llevarle el agua a nuestro padre, siendo ya pleno mediodía y la sed lo tenía desesperado. Ya al borde de la locura vio al muchacho que se desplazaba lentamente y lo llamo varias veces: "Toni, Tooni, Toooni" pero el muchacho abstraído en su fantasía, no captaba la señal y aquel desesperado hombre en el colmo de la locura grito a voz rota: " ¡Toooni me caago en la puuta de tu maaadre!"....
No recuerdo represalia violenta contra mi hermano, nunca sentí que se quejara. Mi padre aunque tenía un carácter áspero no era de expresarse agresivo, no practicaba el empleo de castigos y no se expresaba con palabras obscenas, por lo cual aquel acto cuando lo recordábamos nos producía  mucha gracia.


                                       NOCHES EN VILO

de José Luís Hernández Rodríguez

Marzo de 2020

Aquella noche situada en el tiempo en la década de los años 1950- en un pueblo de la antigua provincia de Las Villas ( Actualmente Sancti Spíritus)-, como otras tantas noches el grupo de vecinos, hombres y mujeres, conversaban animadamente, sentados en la sala de la casa, haciéndose anécdotas los  unos a los otros. Estaban allí reunidos convocados por los dueños, que presa del terror y el miedo, no encontraban respuesta a los sucesos nocturnos que frecuentemente, se producían con la caída sobre el techo de distintos objetos como botellas, palos, piedras etc. Aquel techo era de tejas españolas y era una casa pequeña de madera, del tipo de las que existían como construcción fundamental en los pueblos del interior y que habitaban las familias de escasos recursos. Era pequeña con dos cuartos, sala y cocina. En el patio exterior se encontraba en una sola pieza el servicio de letrina y el baño. Esta casa se encontraba, a muy poca separación entre otras dos , por lo que el evento misterioso también producía el mismo pánico y preocupación sobre los habitantes colindantes. Como explicar un hecho de terror repetido, que de forma tan dinámica se producía con la presencia de los allí reunidos y que al compás del ruido aterrador producido por el impacto material de los objetos cayendo sobre el techo, corrían despavoridos en busca de alguna visión del fenómeno productor de tan escalofriante acontecimiento, que la voz populis, ya achacaba a fenómenos oscuros de brujería o de índole fantasioso vinculado a almas en pena.
En aquellos años de 1950, en los pueblos del interior las posibilidades de entretenimiento para la población no eran muchas y cualquier acontecimiento era recibido con una gran movilización de personal que de forma entusiasta  eran actuantes en el desarrollo de los acontecimientos. Así en medio del intercambio de criterios sobre los hechos que ocurrían iban surgiendo las teorías, pistas, y líneas investigativas para la explicación o descubrimiento del misterio de la lluvia de objetos.
Siempre en el pueblo existe la inteligencia natural y el desarrollo de la suspicacia en muchas personas, que sin gran nivel cultural, tienen un pensamiento despierto e intuitivo hacia el análisis del contexto donde se desarrollan los acontecimientos y allí es donde primero buscan la posible trama de los hechos, que pueden tener relación con el comportamiento y características  de las personas que forman parte de ese entorno y así surgió por iniciativa propia de dos investigadoras naturales, que en silencio cómplice hermético, pusieron en desarrollo un plan para el esclarecimiento de aquel perverso acontecimiento.  De forma muy inteligente hicieron un análisis de las actuaciones de algunas personas que eran activas dentro  del movimiento de los sucesos, analizaron las características personales de los individuos que en el primer análisis les parecieron llamativas y establecieron un plan para observarlas en sus movimientos. Todo un acontecimiento policial intuitivo, bien estructurado.
Con el plan en marcha dejaron que corrieran los acontecimientos hasta que lograron reunir algunas evidencias hacia uno de los objetivos seleccionados y con toda la paciencia del cazador, esperaron que la presa, creída con plena libertad de movimientos, ejecutara todas sus acciones, también inteligentes y bien justificadas ante los presentes y en rápida ejecutoria lanzara sobre el techo de la vivienda la lluvia programada para esa noche, de objetos golpeantes. Pero esta vez no hubo tiempo para la actuación del criminal, que siempre había sido  una de las personas más exaltadas ante los sucesos y sus gritos de alarma eran de los más estridentes, anunciando la desgracia. Aquellas dos mujeres ante la acción criminal salieron de su escondite en la letrina  y a viva voz gritaron en denuncia el sobrenombre de la malvada ¡Fue Chachita! …. ¡Fue Chachita!. No se sabe cómo fue posible contener la ira de aquel grupo de vecinos que vivieron aquellos largos días de tensión y vigilia y ahora se encontraban ante la realidad del esclarecimiento de los hechos y la captura del "comisor", y no hubo linchamiento ni violencia contra la malvada persona, parece que primó la benevolencia de la justicia popular que conociendo la actitud traviesa y fuera de los márgenes razonables de aquella muy joven adolescente, se dieron cuenta de que lo más importante había sido ponerle freno a aquella dramática situación.
¿Quien era el personaje malvado?. Una jovencita, miembro de una familia  con comportamiento libertino de la madre, con varios hijos de distintos padres y que en esa situación se desarrollaba con una mente muy ágil para las travesuras. Para el desarrollo de sus acciones por el día recolectaba los objetos de lanzamiento y por la noche merodeaba en el lugar de reunión no levantando sospechas y en ocasiones continuas siempre comunicando a alguien sus normales movimientos, retirándose por momentos con el pretexto de darle vueltas a un pequeño hermanito, que dormía en su casa, la que pared con pared colindaba con la casa “embrujada”. Nadie sospecharía de ella, pues sus movimientos eran rutinarios y no siempre los aprovechaba para sus acciones.

                        LA SONRISA PERFECTA

de José Luís Hernández Rodríguez
Julio 2020

En mi vida laboral por razones de trabajo, con frecuencia, debía desplazarme hacia el interior del país y en esos desplazamientos me gustaba darle botella (aventón) en los vehículos que utilizábamos a personas que lo solicitaban en las carreteras por las que nos desplazábamos, cumpliendo de esta forma el precepto que siempre me inculcó mi madre con el refrán, que no dejaba de repetirme cuando era pequeño de: "haz bien y no mires a quien". 
Estas buenas prácticas de comportamiento social además de representar un apoyo a muchas personas, que en la mayoría eran mujeres con niños o ancianos y de provocar un sentimiento personal de saber realizada una buena obra, también en muchos casos aportaban un buen momento de intercambio social o la producción de algún hecho agradable para el disfrute del viaje. En uno de esos viajes sucedió lo que a continuación narro: 
En una de esas salidas íbamos en un vehículo tres compañeros del departamento hacia el interior del país y en un tramo de la carretera nos solicitó botella un hombre que portaba varias ristras de ajos, las cuales tenía intención de vender de alguna forma. En el trayecto, comenzamos a conversar con el individuo y enseguida nos dimos cuenta de que se encontraba bajo los efectos de la bebida, pero no era un borracho "pesado" y era participativo y de una gran agilidad mental. El hombre nos promocionó sus ajos tratando de "matar dos pájaros con el mismo tiro"; garantizar su desplazamiento y vender sus ajos. Nosotros por nuestra parte empezamos a buscarle defectos a sus ajos y fijándonos en una de las cabezas de ajo, se le dice :  "compadre ¿como tú vas a vender estos ajos si le faltan dientes a las cabezas?"..... Y con toda desfachatez y gracia sin par, el borracho lanzó el pícaro comentario, con su voz tropeloza bajo el efecto de la bebida: ... "aacaaso ... ¿no tieeneen deereecho de ir al deentiiista?".
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Aquella plática con aquel ocurrente hombre bien valió la pena, pues fue un momento agradable de esparcimiento, dentro de la monotonía de un largo recorrido en carretera.

                                            COMPRANDO NARANJAS

-¿A cómo son las naranjas? -Diez por un dolar. -Deme dosito... -¿Le he dado algún dolar podrido? Revise bien. -No señor, ningún dolar está podrido. ¿Por qué pregunta eso? -Porque algunas naranjas están podridas. -Déjeme ver. Son apenas unos pedacitos que bien pudiera quitarlos con el cuchillo.  ¿Ha tenido que quitar algún pedacito de dolar con el cuchillo? -No señor, no lo he hecho. -¿Entonces?...

                          Guerra del camarón


Dísele Ecuador a China: "Camaroncito duro, sácame del apuro" Y China contesta: "Camarón que se duerme se lo lleva la corriente" Y ahí mismo comenzó la guerra del camarón...
Dicen los chinos que encontraron material genético ARN de coronavirus en las paredes interiores de los contenedores de tres empresas camaroneras ecuatorianas. Por su parte los ecuatorianos plantean que la verdad debe ser que los chinos quieren camarón ecuatoriano, ¡pero no tanto! que tal vez prefieran dar mayores oportunidades a sus propias empresas dada la disminución del consumo debido a la pandemia.

                                    A QUEMAR PAPELES 

Cuando los dos más guapetones, abusadores, prepotentes, engreídos de tu barrio, comienzan una de esas peleas tontas que suelen surgir sin más acá ni más allá, quítate del medio porque puedes coger un galletazo, un trompón o un empujón. Tampoco te metas a desapartarlos, te recomiendo que te sitúes lejos, donde puedas ver todo y no te alcancen en caso de que tengas que salir corriendo.
La guerra de los consulados comenzó ahí por el 21 de julio de 2020 cuando el dpto de estado le da 72 horas a China para cerrar el consulado y abandonar el país. Los EEUU ordenan a China cerrar su consulado de Houston, que llevaba allí desde 1979. ¿Qué Ud cree que pueda hacer un cónsul de un consulado chino que lleva allí tanto tiempo? Aparte de comenzar a quemar papeles, ¿Qué otra cosa cree Ud que puedan hacer esos chinos? Bueno, pues eso fue lo que hicieron. comenzaron a quemar papeles. Imagínese Ud, tantos años escribiendo. Porque mira que en un consulado se escriben cosas.
Los johnny queriendo saber qué cosas escribían los chinos, porque pensaban que les estaban robando los secretos de las vacunas del coronavirus. ¡Uh!, miren eso. Que a los johnny les gusta robarse cosas, pero sí no soportan que les roben a ellos. y ahí mismo comenzó la guerra de los consulados.
Todos pensábamos que China iba responder mandando cerrar el consulado norteamericano de Guhan que estaba medio vacío porque el personal se había refugiado en otros consulados desde que empezó la pandemia. No, pues no mandaron a cerrar ese que ya estaba cerrado, sino que le ordenaron a USA cerrar también en 72 horas el consulado que tienen en Chengdú. y eso sí les va doler porque ese consulado es el que se relaciona con el Tíbet. Los johnny ahora se estarán preguntando cómo van a hacer para meter las narices en los asuntos del Tíbet. Yo también. Y lógicamente... ¡A quemar papeles!
Y los mexicanos frotándose las manos porque ven la posibilidad de que muchas fábricas que están actualmente en China se trasladen a México. Y yo me pregunto ¿qué será lo que los hace pensar así?

                                           LO QUE HACE EL ESTÓMAGO

Hablando del funcionamiento del estómago una novia me dijo un día que ella la hacía como saliendo pasta dental de un tubo. Fue realmente muy original aquello. 

                                               El gato y el péndulo

de José Luís Hernández Rodríguez
En una visita amigable que un día realicé a un viejo amigo de mi padre, fui testigo de un acontecimiento de pavor y de risa que nunca olvidaré. Esta persona era una especie de ermitaño en su vida, pues nunca había formado una familia y vivía solo. Era un hombre muy educado, respetuoso, trabajador y extremadamente honrado, hablaba bajo y nunca se le oía decir ninguna palabra grosera ni fuera de tono.
Ese día cuando fui a verlo se encontraba en calzoncillos, de los antiguos de pata larga y estaba sentado en un sillón de cabillas finas, que en su asiento las cabillas se encuentran con cierta separación una de otra. El hecho es que el hombre mientras se mecía  en su sillón, no se daba cuenta que un testículo (guevo) que se le había salido por la pata del calzoncillo, le colgaba entre las cabillas del asiento y se movía como un péndulo, con el movimiento del sillón. Yo no me había percatado de aquella situación, pero como es lógico, por el respeto hacia aquella persona, tampoco le hubiera hecho el señalamiento de haberlo notado, pues no era recomendable decirle nada, para que no se sintiera avergonzado. Sin embargo lo que me llamó la atención al llegar allí, fue que el gato de la casa observaba concentrado algo y movía la cabeza al compás del sillón comportándose como si estuviera midiendo una presa,  sobre la que sin más ni mas se abalanzó con tremenda rapidez, clavando las uñas de sus patas delanteras en el guevo  colgante, provocando que el viejo amigo se parara, como un relámpago gritando indignado : " !!! aaaayyy cojones, gaato hijo e puuuta .... !!!, llevándose las manos al sitio agredido y en su rostro el dibujo indescriptible de la vergüenza, el dolor y la  rabia, mientras gravitaban en el éter de aquella habitación los improperios, lanzados desde la boca de aquel caballero tan educado y respetuoso, contra el manso felino que cumplía su función de hábil cazador.

               Ratoncito Pérez y su primo ratón Micky

Chateaban por whatsapp un día, como era habitual, los ratones Pérez y Micky, sin tener en cuenta como siempre sus barbaridades ortográficas y en ese acto dice Micky: Que tal primo Pérez, a que dedicas el tiempo libre?
Pérez: aquí esperando tras la olla
Como buen traductor en whatssap , Micky le responde: Tú estás trocado primo, hoy no toca tras la huella, ni tampoco es el horario.
Pérez: no primo, tras la olla, pues estoy en la golosina de la cebolla.
Y después de este diálogo no se supo más del ratoncito Pérez.

                                           ! Qué susto!

La mujer del zapatero había salido a la farmacia y cuando regresa le pregunta a su pequeño hijo que ya comenzaba a hilvanar palabras:
- Papito dime qué hace papá.
-Y el niño le responde: tosiendo..
 La madre, bajo el nerviosismo de la pandemia, se lleva las manos a la cabeza y exclama : ¡hay mi madre, será la covid! y nuevamente le repite al niño.
Dime papito dónde esta papá.
- tosiendo tapatos mamaaa.
 
                                        A 150 LA CAGADA

ESE día Illo Molina se levantó con el pie izquierdo. Lo primero fue que el carro no arrancaba. Se fue en ómnibus para hacer el recorrido diario, después, cuando estaba almorzando en el Mall se percató de que no tenía dinero para pagar los cinco dólares con cincuenta centavos que costaba aquello, pagó con la tarjeta y vió que le quedaba uno con cincuenta en efectivo que era lo que le costaría el taxi de regreso a la casa y se dijo que ya no haría más extracciones. El pollo KFC que había pedido lo encontró delicioso, tenía sobres de mayonesa, catshup, salsa picante y como siempre, cogió sobres adicionales de mayonesa. Todo estaba perfecto hasta el final del almuerzo que sintió cierta sensación en el estómago, pero no se alteró, a unos cinco metros estaba la entrada al baño. En el baño solo habían dos hombres en el área de lavamanos, algunas puertas de los sanitarios estaban abiertas y escuchó el sonido de una taza sanitaria que descargaba. Entró a un sanitario, quiso limpiar un poco la taza y se percató de que no había papel, salió y entró en otro que estaba abierto y tampoco tenía papel, los revisó todos. No buscó más papel por la premura, sabía cómo resolver aquel asunto, no era la primera vez. Cuando terminó levantó la tapa de los papeles usados y tomó algunos, cuando levantó de nuevo la tapa del tacho vió algo verdoso que conocía muy bien y lo tomó, era un billete de 10 dólares; alguien había usado un billete de diez en lugar de papel sanitario, pensó que aquello bien podría ser un salario, no lo podía devolver al tacho así como así. Colocó el billete sucio en el piso y levantó de nuevo la tapa plástica. Esta vez resolvió meter la mano entre los papeles y de pronto uno de 20 salió todo embarrado, resolvió que tal vez habría más y efectivamente; encontró uno de 50 y uno de cien y pensó que aquello era todo. 
Antes de salir a los lavabos revisó de nuevo y además de papel sanitario usado, no encontró nada más. Entonces se dijo que probaría lavar los de diez y veinte, a fin de cuentas los dólares no eran papel; eran telas, en algún lugar había oído eso. Había oído también que valían como eso, es decir, como la tela que eran, que antiguamente sí habían tenido un gran valor monetario, sin embargo cada día se iban devaluando más gracias a las acciones desmedidas y al desprestigio de sus dueños. Pero no podía pensar en eso en ese momento; se dijo que lavaría aquellos mientras que los de cincuenta y cien bien podía meterlos en el bolsillo, a fin de cuentas no estaban tan sucios y eso fue lo que hizo.
Al salir a los lavabos solo había un señor lavándose las manos y pensó que no habría problemas con él. Tomó jabón líquido y comenzó a lavar los billetes cuando inesperadamente el hombre se le acercó. -Señor, ¿solo había esos dos? -preguntó el hombre con seguridad. -¿A qué se refiere?-dijo sin apartar los ojos del dinero. -A los billetes señor. Disculpe. Tuve necesidad de usarlos y ahora estoy esperando que alguien se los encuentre y los lave. Demás está decirle que deben tener mi ADN.
Illo Molina, normalmente, no hubiera admitido una cosa así, pero su cerebro a veces trabajaba rápido y esa vez lo hizo y pensó que era mejor entregar 30 dólares solamente. 
-Puede tomar esos y vaya Ud mismo y busque los otros billetes si es que están allí.
Salió rápidamente al pasillo, sus manos todavía chorreaban agua y pensó que debía apurarse al final solo tenía dos con cincuenta para pagar el taxi



                   ¡¡LA PUERCA DEL GAITO PARIÓ UN PERRO!!

Juán Antonio Hernández

El  Gaito  como todos lo llaman, esperaba ansioso que su puerca pariera,  parecía que había perdido la cuenta del tiempo de gestación del animal y hacia unos días estaba esperando impaciente el parto. Un día muy cansado, se dijo: mi mismo, estoy  extenuado, me voy a acostar un ratico y se aproximó a la puerca y le dijo al oído: -  mi vida,  si te llega el momento grita.  quería a la puerca como si fuera familia y ambos se llevaban bien,  cansado por la larga espera en atención a que no lo sorprendiera el alumbramiento, el Gaito decidió, acostarse un rato breve pero era tan grande el cansancio que el sueño lo atrapó y se quedó rendido.
Pero como dice el dicho, al que velan no escapa;  ocurrió que un chico maldito que vivía cerca y que tenía una perra de pelea, la que al mismo tiempo que la puerca estaba gestada; con toda su picardía e interés material,  pensó que era más fácil vender puercos que perros y el valor de la venta es  mayor. Esa misma noche , caprichos del destino, parieron la puerca y la perra, coincidiendo también que para ambas era el primer parto.
 La situación se presentó de tal manera que;  la perra parió un solo perro y la puerca cinco hermosos puerquitos y el muchacho que estaba vigilante y en acecho se metió en el patio del Gaito y sigilosamente  puso en práctica un plan que ya tenía ideado, por lo que, cogió un puerco y corriendo fue y se lo puso a la perra en la misma teta donde estaba mamando el perrito y se llevo este y lo puso en la teta de la puerca, y a la vez se llevó los cuatro puerquitos restantes. Para completar el plan aprovechó que tenía familia en el campo, y allá se fue en su quitrín llevando con él la perra con los cinco puerquitos.
El Gaito que tan cansado estaba se despertó a las seis de la mañana y desde que reaccionó corrió para el corral de la puerca. Aún había penumbras y solo alcanzó ver un bulto que  mamaba, comenzó a buscar los otros puerquitos que debían haber nacido. Como ya amanecía se fijó en el supuesto puerco, que era un animal carmelita y se dijo: -¡Ñooo! que puerco tan raro, y refiriéndose cariñosamente a la puerca, a la que llamaba Maruca, decía y repetía constantemente:  -¡Coño!. ¿Cómo Maruca me hizo esta mierda?.
Pasaron  los días y la noticia de aquel parto se divulgó  de boca en boca y sucedió lo inesperado, por suerte para el Gaito que hasta ese momento veía derrumbarse las esperanzas de recuperar la inversión. De repente aquello se convirtió en un espectáculo, pues  todos querían ver el fenómeno y el Gaito  empezó a cobrar cinco pesos a los que querían ver el perro que parió la puerca pero además le pasó por su mente otra idea loca ¡¡podía haber otra fuente de ingresos!!. Como este asunto novedoso ganó popularidad muchos que tenían perros grandes de raza, estaban en cola para echárselos a la puerca y cogerle cría lo que aprovechó el Gaito para cobrar los apareamientos. Habían muchas expectativas con aquel puerco perro o perro puerco, aunque sobre éste  ya muchos comentaron: ¡Es mas perro que puerco porque le ladra a su madre!.

                                MARUCA, LA MADRE DEL PERRO

Para quienes conocen la historia de la puerca que parió el perro, les será familiar el nombre del título de esta historia. Resulta que es tan grande la notoriedad de aquella historia que la fama ha crecido de manera espontánea  y hasta la vivienda del Gaito llegó un reportero de la CNN, al parecer, en busca de la primicia para reportar tan raro acontecimiento. Al personarse en el modesto hogar del ya famoso Gaito fue recibido por su esposa :
-Por favor señora. ¿Aquí vive el Gaito?.
 Y ella respondió, -sí caballero- y con la amabilidad que le caracteriza ella le preguntó que deseaba, presentándose el hombre:  -Soy  Walter, reportero de la CNN y deseo hacerle una entrevista a tan ilustre caballero, protagonista de esta extraordinaria historia.
Fue la mujer en busca de su esposo y le dijo: -Gaito un reportero de la CNN quiere entrevistarte.
- Yo sabía que no tardarían, responde este último y de inmediato acude a la sala donde sentado lo esperaba el reportero.
 Frente a la casa de aquel humilde barrio estaba parqueado el auto que trajo al periodista y dentro su chofer esperando.
Transcurridos los cumplidos de presentación comienza la entrevista 
Walter. -¿Había ladrado alguna vez la puerca?
Gaito. -No hombre, no.
 Walter. -Y ¿Cómo usted me puede explicar que esa puerca halla parido un perro?
 Gaito. -Como le dije, la puerca no ladraba, pero gruñía  y aún gruñe si alguien se aproxima cando está comiendo, tal es como le cuento, que en una ocasión estando comiendo se aproximó un gallo y después de unos gruñidos de un tajo le arranco la cabeza y ese día comimos arroz con gallo.
Ya al final de la entrevista el periodista le pidió que le permitiera hacerle fotos a la puerca y al perro, para lo que, el hombre que en ese momento no traía fotógrafo, preparó la cámara para hacer el mismo las fotografías.
Sacaron la puerca del corral y ya preparados estaban Maruca y su hijo Calambre, como habían bautizado a aquel joven y juguetón perro y como lo que comienza bien no siempre así termina, estando el periodista de espaldas para el patio mientras preparaba la cámara,  aquel perro empezó a hacer de las suyas dando carreras en círculo en el patio y de repente comenzó a ladrarle a la madre a la que metió una mordida; de tal manera que ésta se lanzó a correr hacia la casa, pasando por entre las piernas del periodista que quedo montado como un jinete en la puerca y la suerte del hombre fue el collar de Maruca, del que se agarró para no caer.
 Mientras, el Gaito gritaba: -Maaarucaaaa- y su esposa moría de vergüenza, la puerca salió por el portal a la calle y los vecinos que se habían reunido corrieron en caravana detrás del jinete y la cabalgadura a la que se sumaba un grupo de los alumnos de la secundaria, que está a unos 50 metros de la casa del Gaito.
La constancia del final de este especial reportaje la publicó el periódico local en su crónica del día siguiente.

                                           LA GRAN PESADILLA

A aquel hombre la vida se le había convertido en una rutina pesadillezca; empataba un  día  con otro y otro, realizando en su accionar un sin número de actividades de obligatorio cumplimiento y había llegado a un punto tal en su enajenamiento, que no sabía si estaba dormido o si estaba despierto. Cuando pensaba que estaba despierto, mantenía un estado de tensión tal que cualquier movimiento de otra persona a su alrededor lo alarmaba, estando pendiente de los movimientos que esa persona hacía, de lo que tocaba, del estado de salud que aparentaba y sobre todo de la distancia a que se encontraba de su posicion. Se había convertido en un ermitaño aislado en su casa, de la que salía solo en casos extremos cuando alguna de sus reservas de la despensa se había agotado, o estaba muy próximo a esto. En esas salidas parecía como si tuviera el objetivo de pasar inadvertido, al utilizar una indumentaria que creía lo hacía invisible y protegido contra todo, pero eso si irreconocible, sin darse cuenta que lo extravagante de aquel disfraz lo hacía más notorio. 
Luego al regreso de esa salida cargada de histeria y miedo, el hombre regresaba a su casa y efectuaba un profundo y prolongado ritual de desinfección de todos sus objetos personales que lo acompañaron en su salida al mundo exterior de su refugio, que comprendían ropas, zapatos, bastón, cartera, dinero intercambiado; lavado inicial de manos y finalmente la toma de una ducha a profundidad de cuerpo completo.
Tenía la costumbre diaria, en horario de la mañana, de oír el parte que salud pública daba sobre el comportamiento de la Covid-19, acerca de los nuevos casos; las medidas restrictivas que se iban implementando para tratar de contener la pandemia y lo que más impactaba, la cantidad de vidas que diariamente cobraba el terrible flagelo, las que casi siempre iban en busca de las personas de mayor edad, por su coincidencia con achaques propios del paso del tiempo y precisamente esta indeseada información era la que lo tenía en estado de tensión, de estrés, de depresion, porque él se encontraba haciendo un número en esa fatídica lista de los premiados por el tiempo de vida acumulada.
Ya llevaba tanto tiempo en ese estado de, noticias a toda hora, de mensajes de alerta y cuidado, de controles por personal de la salud sobre posibles síntomas extraños, de aislamiento extremo, de cuidados de protección facial y manos y de acciones de desinfección continuadas, que ya actuaba con el impulso de toda la intensidad de su sistema nervioso en total estado de crispamiento.
Al paso del tiempo, en la continuada arremetida de la pandemia y de la tension creada por el miedo a enfermar, el hombre no tuvo otra alternativa que tomar medidas de atrincheramiento individual o lo que es lo mismo, crear su propia coraza, que lo protegiera de la mortal enfermedad de la covid-19, de la enfermedad del miedo y del estres, un trio terrible de enfermedades. Para cumplir esto decidio ante todo ser disciplinado en cumplir las medidas de protección ya indicadas y que no variaban; eliminar las acciones de sociabilizacion físicas; salir a buscar solo alimentos necesarios y sin seleccion, lo que implicaba adquirir cualquier cosa que pudiera comerse, para garantizar la subsistencia y por último alejarse de toda la información relativa a la pandemia, que si bien no permitíria conocer el movimiento y rumbo de la misma, tampoco influiria ni en el miedo ni en el estrés.
 Pero algo quedaba aún pendiente en esta historia, pues todo continuaba pareciendo una gran pesadilla y el hombre tenía ahora la duda de:. ? en qué estado estaba él ahora?, pues al no tener información no sabía si había pasado a formar parte de la cifra de bajas y tal estado se manifestaba de esa forma extraña y confusa, o si aún estaba en la cifra de los esperanzados sumidos en la gran pesadilla
  
18 de febrero del 2021

                                         CUESTIÓN DE HONOR

A propósito del 60 aniversario de la creación del INDER ( instituto nacional de deportes educación física y recreación de Cuba), es bueno recordar que antes de la Revolución la práctica del deporte no era algo común y rutinario en el pueblo y solo algunos pocos llevaban esto con alguna constancia y en muchos casos los considerados practicantes de algún deporte, lo hicieran con la idea no solo de conseguir mente sana en cuerpo sano, sino con la esperanza de que la suerte y la constancia pudiera llevarlos a vencer la situación compleja que la vida les había deparado..
Así de este modo una de las prácticas deportivas más concurrentes era la práctica del boxeo, adonde muchos jóvenes, llevados por el afán de llegar a alcanzar una vida más suave y holgada, confiados en el desarrollo de sus cuerpos, a veces sin una preparación técnica ni física rigurosa sistemática y sin un fogueo preliminar, donde pudieran haber comprobado su capacidad combativa, acudían a un ring y concertaban una pelea para probar suerte y a la vez alardear un poco en su enraizado y absurdo machismo.
Uno de aquellos recuerdos que me vienen a la mente fue los pleitos en los que fueron protagonistas Felipito y su hermano Alejo. Estos jóvenes de mi pueblo allá en la antigua provincia de Las Villas, eran dos de los hijos de la extensa prole de uno de los bodegueros de mi barrio. Los muchachos eran jóvenes que no sobrepasan los 20 años, eran personas de conducta social tranquila, respetuosos y trabajadores. Felipito era dependiente en la bodega de su padre, era espigado, delgaducho y con toda seguridad no realizaba ningún tipo de trabajo de fuerza, ni llevaba un entrenamiento que le proporcionara un cuerpo atlético, pero era valiente y audaz y así de esa forma, posiblemente sin antes haber entrenado en ese deporte o probado suerte, se lanzó al ring a enfrentarse en una pelea con Cateto. No se puede decir que aquel joven, también en búsqueda de suerte, apodado Cateto, fuera un feroz y temido boxeador de la época, no, era uno más, pero si tenía un poco más de entrenamiento y ya ambos en el ring, casi sin darle tiempo al gon de la campana, cateto le fue arriba a Felipito, y en un breve intervalo de tiempo, que para el pobre Feipito debió haber sido un siglo, le proporcionó una lluvia de piñazos que dejó tirado en la lona al pobre bodeguero.
Pero hay algo que no he aclarado al principio de esta historia, la práctica del deporte, era poco deportiva y no existía la ética de la confrontación limpia donde primara el respeto entre los contrarios y el objetivo fuera buscar la mejora de la preparación y calidad del atleta, sino que había otro espíritu que movía al atleta, el de "yo soy el mejor" y si me ganas yo quiero la revancha para ir al desquite y es aquí donde viene la continuación de aquella pelea, había que salvar el honor de Felipito frente a Cateto, pero la realidad es que él no era rival para Cateto y en su representación, o como se dice, " sacó la cara" por el pobre Felipito su hermano Alejo, quien poseía un cuerpo más atlético y aunque no se conociera que tuviera entrenamiento en el deporte de los puños si tenía entrenamiento en la carga y estiba, pues trabajaba en una de las fábricas de trigo del pueblo y todos los días mantenía un cuerpo a cuerpo con grandes y pesados sacos del trigo y de la harina. Alejo también era un muchacho noble, muy querido en el barrio, y acaparaba el apoyo de la muchachada en aquella pactada pelea por salvar el honor familiar y así como sucede en la vida siempre, llegó el esperado momento y el encuentro en el ring de el valiente novato Alejo y el algo más experimentado Cateto. Sonó el campanazo y con la misma velocidad que en la pelea fatal de Felipito, bajo una lluvia de golpes caía el honor familiar que tampoco ahora Alejo pudo salvar y que sólo quedaría saldado cuando bajo la conducción del INDER, los jóvenes de cualquier deporte y categoría, se lanzarían a cualquier competencia con el afán de demostrar sus habilidades, pero siempre respetando al contrario, teniendo siempre presente en cada enfrentamiento que el honor se salva cuando se respeta al contrario, no cuando se le proporciona una paliza.

José Luis Hernández Rodríguez (cheo)
Marzo de 2021
                           QUIERO EL MISMO CORTE DE CABELLO

Dos cuentos, este y el que sigue, de José Luís Hernández Rodríguez... 29 de mayo de 2021(cheo)

Llega un cliente a la barbería y le dice al barbero:
- quiero que me raspe a cero la parte más baja de la cabeza; más arriba en una franja alrededor me dibuja unos círculos de varios tamaños; en otra franja más arriba me deja los pelos de punta apuntando hacia afuera y por último en la parte superior me corta el pelo con distintos tamaños en los distintos puntos apuntando a todas las direcciones.
- El barbero que muy concentrado lo atendía, de inmediato le responde: Pero eso que usted quiere es una mierda.
- Bueno es que ese fue el último pelado que usted me hizo - respondió el cliente.

                                      COSAS DE LAS COLAS

El niño pregunta al padre
N: papa que significa la palabra secuela
P: mira hijo, ¿te recuerdas el otro día cuando estábamos en el mercado haciendo cola para entrar a comprar y de aquella vieja que llegó allí después que nosotros y entró antes comprando primero que nosotros?
N: Sí papá, ¿aquella que tú empujaste y callo regada por el piso con todos sus bultos?
P: Esa misma hijo...... Pues esa no secuela más.



         

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